Arequipa, Sobresalto en la ciudad

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14 Febrero 2013 – Visits 2086

Escrito por: Luis Alfredo Villalba Ruiz
Parada fortuita en las inmediaciones de la Tercera Torrentera de la ciudad; se inicia en las faldas del majestuoso Misti entre los distritos de Miraflores y Mariano Melgar, discurre por la calle Virgen del Pilar, avenida Venezuela, pasa frente al Terminal Pesquero, Mercado El Palomar y desemboca en el río Chili poco antes del Puente San Isidro (Variante de Uchumayo). Arteria de la ciudad que tradicionalmente encausó los torrentes cíclicos hacia el río Chili. Hoy la mano del hombre está aún lejos de un cabal conocimiento de su comportamiento de allí que de manera muy precaria la ha estrangulado en tramos, entubado en otros, dejado como chiquero y basural en gran parte y en mínimos tramos presenta piso.
Clásico escuchar aseveraciones poco serias, sin siquiera estar informados; son innumerables los estudios recurrentes sobre el tema del ingreso de las torrenteras en la ciudad; uno de ellos concluye que precisamente la Tercera Torrentera es la cuarta en orden, del riesgo que representa para la ciudad; no hay que dar muchas vueltas en consecuencia para imaginar que sucederá si se activan las que representan mayor peligro.

Infortunados Raquel, Gleny, Oscar, Arnold y María Teresa, sin saber la hora de regreso decidieron salir a comprar algún bien necesario o en el caso de María ir a su refugio, no imaginaron la mano inoportuna, para ellos, del agua caída que ese día decidió hurgar en su recorrido los resquicios del muro de contención anterior al existente. Serpenteando, culebreando, zigzagueando, deslizándose sin sigilo, lo divisó al pasar bajo el óvalo Mariscal Castilla en un recodo de la calle Virgen del Pilar. Sin medir consecuencias se abalanzó sobre él en busca de saldar viejas rencillas (el robo del cauce) como en aquellos tiempos volvió a salir desairado el torrente, llevándose de encuentro todo lo reciente y hasta a quienes de manera fortuita estuvieron en su camino.
Fueron presa fácil al perder el piso que les daba seguridad y confianza ni la máquina en que estuvieron cobijados les sirvió se convirtió en metal estrujado y un amasijo deforme confundido con lodo y piedras, arrastrado cientos de metros.
Desde el Cono Norte y desde Cayma, vinieron ese día casi todos; tropezaron con el inoportuno momento que los ha arrancado del calor conocido a una nueva dimensión. Continúa haciéndose fuerte la mezquindad del poder del mercado, capaz de llevarte al más inverosímil lugar para servirte como necesitas, seguramente “más barato”, pero te hizo recorrer 20km consumiendo combustible y más.
En medio del infortunio se hizo presente una entrañable Milagros, que ha atinado a decir “Si hay una persona pidiendo auxilio ¿cómo se le va a abandonar? Su mano salvadora ha devuelto materialmente dos vidas a cambio de lesionarse severamente sin embargo más allá ha devuelto la fe de las fuerzas que tiene el ser hecho a semejanza divina de no dudar en extender la mano a quien la clama en sus momento de flaqueza; ojala los momentos de flaqueza sean millones para despertar la amabilidad que debe rodear al hombre (mujer).
Son pocos los momentos de actuación acertada, no son lo mayoritario pero los hay, la reacción frente a la fuerza de la naturaleza en Arequipa es un botón de muestra de cómo es que identificada la situación de extrema urgencia debe funcionar un sistema de toma de decisiones.
El gran problema es ahora convertirlos en planes operativos, he allí la dificultad porque a diferencia del sistema de toma de decisiones, el sistema de ejecución pública está amarrada al sistema funcional, que está muy  distante de ser capaz de estructurarse por procesos. Ello sucede cuando se privilegia la función administrativa interna en lugar de la responsabilidad con la población y la ciudad.

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