Habla La Ciudad (fragmento)

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Escrito por Luis Alfredo Villalba Ruiz

22 octubre 2015 – visitas 2476

Son numerosos los lugares de motivación para materializar la presente obra, uno en particular, donde se ha incubado: la ciudad blanca de Arequipa, telúrica y rebelde, capaz de animar el espíritu de rebeldía contra toda idea infértil y mansa que pretenda detener la ebullición de la creatividad. Obliga su historia a dejar de lado lo mezquino y genérico como forma de hacer frente al fracaso de la construcción de la sociedad; pide tiempo para la reflexión y el diálogo ciudadano.

La mira está puesta en remediar la ineficiencia e incompetencia institucionales y convertir ese accionar en un viento tan fuerte, capaz de llevar por los aires el polvo y las cenizas de las ataduras de lo hecho, que hasta hoy, no ha sido capaz de remediar lo que no ha dado resultado, una y otra vez, tantas y tantas veces, que obliga estas líneas. Quiero imaginar que es posible mantener latente la creatividad y la posibilidad de que el hombre sea modelador del propio bienestar y prosperidad ambicionado.
El apasionamiento nos ha llevado de bandazo en bandazo entre la búsqueda del actuar colectivo y individual;   hemos perdido de vista que son inseparables y parte del día a día de nuestra naturaleza. Es ociosa la discusión, ya que las diversas circunstancias que se presentan nos obliga a proceder de una u otra manera. Es necesario que, ayudados por los procesos de valoración, aprendamos la importancia o trascendencia de lo que hacemos.
Al implementar los procesos de valoración, se abren las puertas a la participación efectiva de todos los involucrados en la ejecución o realización de una propuesta (modelo), se verá cómo el esfuerzo empleado se refleja en los indicadores de bienestar y desarrollo, no de los que el propio operador es capaz de tener bajo control y manejar, sino de aquellos de natural desenvolvimiento que haciendo de actores centrales (el común de las personas), echan a andar la vida, a saltos de vértigo. Es importante familiarizar a cada generación con el éxito, saborear el triunfo, ser conscientes de lo logrado y que el ambiente de prosperidad se renueve constantemente; siempre sabedores que el tiempo de reflexión dedicado en conjunto a la mejora del entorno es tan insuficiente que debe ser de calidad, preparados para hacer frente a quienes sostienen que es menester conservar la calma y sensatez del virtuoso aporte a la grandeza humana, o al instante de rebeldía, síntoma de la fatiga de la sociedad en evolución, o al instante de neutralidad que deja entrever indiferencia y apatía, que siendo el síntoma de una muerte anunciada, nadie la quiere de intrusa y entrometida.
Una de las formas, que por cierto tiene la libertad de elegir cada afable lector al iniciar la lectura del libro, es confrontar su contenido con la experiencia práctica de incumplimiento reiterado de metas, objetivos y resultados, en la ciudad y de la ciudad, que sin embargo son el sostén de numerosos informes, forzados en la explicación de su cumplimiento, para salvar la responsabilidad del obligado reporte o formalización y también empleando interrogantes de acuciosa indagación:
¿La ciudad, ha logrado articular la obligación ruti-naria, con una intencionalidad, que vaya más allá del hoy y de su tiempo límite?
¿Ayuda a cambiar y transformar inequidad por equidad (igual oportunidad), exclusión por in-clusión (partícipe de la toma de decisiones) o desintegración por integración (ser parte de la totalidad)?
¿En la ciudad se desarrollan las mejores capa-cidades, con la preocupación no solo de controlar el trajín empresarial, industrial e institucional, sino, además interesadas en hacerlos parte de un orden sostenible y sustentable?
¿La ciudad desde su ámbito particular, puede o debe inducir una participación activa del Estado, capaz de propiciar el afianzamiento legítimo del modelo de planes de desarrollo concertado?
¿Los municipios como unidad territorial, son capaces de aquilatar en la justa dimensión, la participación vecinal y la posibilidad de erigirse, en una nueva propuesta de afirmación de la redistribución de la riqueza generada?
¿Los actores sociales son los protagonistas de las sinergias, que garantizan la sostenibilidad de un quehacer virtuoso?

No es pretensión, desde la ciudad y en la ciudad, responder tales dudas de manera exclusiva, sí ponerlas en agenda urgente y dedicar este esfuerzo a las futuras generaciones, a quienes pertenece el porvenir, serán ellas quienes conviertan en realidad, las posibilidades laten-tes, de la ciudad y la no ciudad, que se brinda generosa, con historia por exhibir, sustento del camino alcanzado

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