La palabra, arma fulminante

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Escrito por Luis Alfredo Villalba Ruiz

31 mayo 2013 – visitas 2234

Los secretos sentimientos que llevaron de la mano las ojivas de Hiroshima y Nagasaki se retuercen celosos al enterarse de la descubierta capacidad de una palabra para aniquilar y dejar huella profunda en el íntimo rincón de la estima.

Todo caminante desarrolla tal complejidad de relaciones, que de seguro, dos que parezcan iguales son muy diferentes por el mezcla de sentimientos que acompañó cada diferente momento por el que transitó durante la vida.
¿Condición a estas alturas del siglo XXI?
Hechura de la vida, por la ruta de contravenir la naturaleza humana, nacido por tercera vez y con la sensación de estar a gusto. Es el tercer nacimiento y se acrecienta la voluntad, gusta disfrutar de cada nuevo instante, unas veces de reto para apartarlo del camino otras para abrazarlo sin querer dejar que se vaya.
Hasta cuándo cada nuevo instante se va, es una oportunidad de deseada búsqueda para encontrarlo, no importa si los retos se multiplican por mil, una sola oportunidad más de abrazarlo se antoja suficiente. Aunque sabe que después volverá a buscarla, es una dichosa búsqueda que desea a -mujeres y varones- de cualquier edad que se preguntan la bendita razón de transitar por los caminos que ofrece con toda bondad y amabilidad la vida.
Gusta de lo que le pasa, no hay motivo de arrepentimiento, cada suceso pulió al tranquilo hombre intranquilo por buscar la verdadera frontera, sin descuidar los hilos conductores que ya son cordón umbilical y que crecen con una dedicación engendrada por el cariño y la amabilidad. Si parece que ya no es el, cuando  mira atrás y por eso cuando ve adelante aún no se reconoce.
Gustó disfrutar de sus antepasados, saber de donde uno proviene es alimento irremplazable, se quita el sombrero por cada uno y hoy más que antes recuerda su disposición de hacer familia a su estilo y cada día es para añorarla y abrirle el camino para trascender los tiempos. El hoy es la oportunidad para hacerlo, las vicisitudes del camino son la huella que es testigo de las fortalezas y debilidades envainadas, para enfrentar la menor amenaza y aprovechar la mínima oportunidad que le permita la existencia.
Las bienhechoras y malhechoras vicisitudes un recuadro reclaman no quieren ser olvidadas y que el nuevo que las trasunte sepa de sus honduras y excelsitudes;  los oídos siempre estaban prestos a los reconocimientos de propios y extraños, que bien, es tu merecimiento, es tu esfuerzo, es tu futuro, etc., etc., etc.
Si, andrajoso (a) fue el calificativo, ¿qué te crees?
Te conocí andrajoso(a); ¿y ahora te sientes más que yo?
Cuanta dureza, fueron tiempos interminables, digamos nueve meses desde su concepción a cuando vio la luz de un nuevo mundo, regido por la naturaleza de su concepción fue producto de la violación de su intimidad. Cada siguiente día, semana o mes se hizo parte del nuevo andante que en las letras ha encontrado camino desafiante flanqueado por la amabilidad de interesados y ávidos lectores.
Fue como un rayo fulminante, las raíces no eran sólidas y allí apunto el bendito.
Se cayó el mundo que izaba sus fuerzas de futuro
Costó muelas, tiempo, propio convencimiento y sobre todo un nuevo entallecer para volver a cero y edificar nuevas bases
«Una persona con convicciones tiene tanta fuerza como 100.000 personas que no tienen más que intereses»
Hasta la despedida del cuerpo que lo alberga a uno, con amabilidad es testigo del nuevo tiempo del ser que cobijó
Que difícil estar en el pellejo de quien con poder, está corto de sentidos, para extenderlos a un ser querido.

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