Escrito por Luis Alfredo Villalba Ruiz
01 febrero 2014 – visitas 1751
Escuchar a nuestro representante de la nación, el Señor Presidente, es escuchar al ser formado en las filas castrenses con preocupaciones por el poder y la toma de decisiones que rige al país, con la cual no está de acuerdo y se distancia.
Esa distancia lo obliga a salir de la rigidez castrense y volver a abrazar las escuchas, vivencias y experiencias previos a su ingreso a la vida militar, de seguro renuentes del statu quo, ajenos a la idea de sociedades con ideales aglutinantes, entronización de ideales altruistas hasta cuando el paso al nivel de asociación, al de familia, le da el espacio para canalizar las inquietudes y preocupaciones que lo desbordan.
Sin querer queriendo se obligó a ser parte de un ideal de sociedad que lo ha catapultado a las esferas de preocupación primigenia, la llegada casi abrupta, lo ha puesto de cara con el poder y la toma de decisiones; no es un charco, no es un mar, no es un océano – ES ALTA MAR- y ni en el mejor de sus sueños se vio allí sentado, intentando amainar el encabritado mar.
Es una diferente y nueva dimensión no ha necesitado pasar a una dimensión de ficción, pero es una dimensión diferente – EL PODER Y LA TOMA DE DECISIONES – la base de formación, la adición castrense, la alianza familiar y por encima de todo ello las decisiones de una propia forja no debe obnubilar y hacer perder de vista la preocupación primera, es decir, la forma y maneras de conducirse del poder y la toma de decisiones, que de mantenerse como está estará dando la espalda a las cada vez mayores condiciones para una participación real y efectiva de la sociedad y sociedades en la gestión del poder y la toma de decisiones.
Es tal, hombre de carne y hueso ilustrado, la necesidad histórica del país de hoy; un estadista, no que mire por encima del hombro y con desdén, sino que observe desde un peldaño poco más alto el bosque y el mar, sin perder de vista el árbol y la ola; un hombre de nueva dimensión, no que crea que lo que decide es favorecer al desvalido, sino que recordando su camino de a pie recuerde que la sostenibilidad del país la dará la gestión del poder compartido y en la toma de cisiones hará del hombre de a pie el más resuelto aliado de cambio y transformación del status quo.
Esa guía dejará ver la debilidad política que agobia al país y el mundo y la responsabilidad histórica de sentar nuevas bases de la sociedad política, capaz de defenestrar todo fundamentalismo, ideológico, económico, social, religioso; enemigos de dejar pensar y reflexionar al hombre.
La era de las vanguardias que abrazando causas perdidas marco el derrotero del mundo y la sociedad, está en la última etapa de vejez y urge se reinvente; porque ya no hay condiciones para abrazar causas ajenas; es la época de las causas propias y quien decida abrazarlas debe hacerse parte del mismo.