Escrito por Luis Alfredo Villalba Ruiz
26 diciembre 2017 – visitas 1919
Al cual mejor una y otra reacciones. No es diferente si viene de juristas o políticos, de la nueva o la vieja política, de partidos o movimientos, de las derechas los centros o las izquierdas. Con el hígado y el sistema límbico en la mano esbozan “opiniones políticas” con las cuales hacen tabla rasa de la racionalidad y la discrecionalidad del ciudadano de a pie.
Abandera el debate la academia, fiel a las imágenes de los últimos tiempos de la república, brindando sus interpretaciones a la sociedad e invitándola a tomar partido por una u otra de sus interpretaciones, razones y/o motivaciones de fondo y/o de forma, justificadoras de las decisiones tomadas a diario en el ámbito público involucrando el ejercicio ciudadano.
Los sectores conservadores:
Rasgándose las vestiduras ante la posibilidad del triunfo o atisbo de una postura “violentista o antisistema por el riesgo” de perder sus privilegios. Se amparan en el reino del privilegio segregando a los que pueden de los que no pueden, los que tienen de los que no tienen, los que saben de los que no saben, los de primera de los de segunda clase.
El indulto y gracia presidencial es la iniciativa para volver a reunir a los conservadores del país y será la disculpa perfecta para volver a juntar en un saco al grupo político empresarial acostumbrado a despojar al país de sus riquezas sin importarles alimentar la corrupción siempre que faciliten sus negocios.
Además es la oportunidad buscada para reunir a la derecha financiera, caviar y popular. Única forma de preservar el modelo neoliberal que ha institucionalizado y ahondado la corrupción descubierta a raíz del caso Odebrecht y hay que estar atentos porque es conocido que su última tabla de salvación será siempre un golpe de estado.
Los sectores progresistas:
En el empeño de reemplazar a los conservadores del usufructo de poder, adoptando los hábitos y costumbres propios de élites salvadoras del pueblo, desconociendo que más allá de los modelos de interpretación ideológica, la realidad de los excluidos, reclama por respuestas desde hace por poco 200 años de república sin encontrarlas.
Esa forma de ejercitar la política los lleva de división en división responsabilizándose solamente de resguardar posturas individualizadas; adjetivadas por los adversarios políticos como actitudes caviares que irresponsablemente son incapaces de construir una postura concertada, pactada o de coalición finalmente que ponga por delante el país.
La construcción político partidaria en las alturas sin la retroalimentación del acontecer y sin bases sólidas nos llevarán de tumbo en tumbo 200 años más de república; mientras seguiremos condenados a decidir cómo votar y a quien endosar la votación irresponsablemente.
Una política acartonada incapaz de sustentarse en bases políticas que les den soporte a los primeros porque de esa forma se eximen de la responsabilidad de dar cuenta de sus actos a sus bases y los segundos ganados por la expectativa de usufructuar el poder de la misma manera que los primeros.
La agenda de hoy a raíz de los descubrimientos que han puesto en evidencia como se hace usufructo del poder urge la implementación de una política anticorrupción que recorra el estado de arriba abajo implementando un sistema de toma de decisiones plural con la participación vinculante de la Sociedad Civil y garantizando las investigaciones en curso o por venir y establecer adeudos.
Ello debe incluir y establecer si el indulto es parte de la forma de festinar trámites cuando el poder decide las decisiones a tomar y la forma en que las toma sobre la base de sus intereses.
POLÍTICA DE CARTÓN.