Escrito por Luis Alfredo Villalba Ruiz
11 seotiembre 2015 – visitas 2371
Tullido y rengo, con apoyo de palo, busca subir al bus, más tarda en poner uno que el chofer echar andar la máquina, lo hizo rodar quedando bajo las llantas a milímetros de pasarle encima.
Detiene la máquina, con bronca se acerca al descuajeringado, lanza andanada de ultrajes ¡está fuera de sí! le sale toda la bronca por el padre desconocido.
Así maltrecho, sentado con esfuerzo, coge el hombro al chofer, ¿te calmas hijo? son solo unos rasguños, que desaparecerán, no pierdas la calma – no es bueno – envejecerás y puedes ser atropellado.
Tomando las palabras como aire nunca sentido – le vino la imagen de su padre – con amabilidad levantó al hombrecito y cuida hasta hoy que no esté solo ni con carencias.