Escrito por Luis Alfredo Villalba Ruiz
06 febrero 2013 – visitas 1876
Presos con las cadenas de la modernidad de bolsillos incapaces de contener el oro que trae el pan, de ojos y oídos virtuales incapaces de guardar la intimidad personal, derecho de cada quien.
Presos del verbo desbocado o de la discreta mente capaz de embalsar sin límite cada sentimiento que fue capaz de hacerlo estremecer.
Presos de los miedos y temores alimentados por la desconfianza que nos rodea, capaces de jugar con las desventajas que mellaron en la personalidad de tanto desvencijado o muy bien parado que transita por el siglo XXI.
Presos de la grandeza de una geografía que hace romántico al citadino que se enamora del campo agreste, añorado por la memoria de sus ancestros unos hábiles agricultores encandilados por las luces y el ladrillo y cemento, con la profundidad de sus venas y la búsqueda del cielo de sus cumbres.
Presos de la brillantez del pensamiento que rigen las sociedades, brillo opacado por las cadenas que son un lastre para recrear el pensamiento en el contexto del siglo XXI y reflexionar sobre el porqué del comportamiento humano sigue anclado a relaciones de poder de exclusión.
Presos del “Modelo” que no sabe ha cobrado vida, en labios lengua suelta y pensamiento lisiado por el adormecimiento de no ser ejercitado, sino solamente para repetir mecanicamente y sin pensar, de paporreta.
Presos por la urgencia de sobrevivir y rabiar de cómo los nuevos ojos que se abren de cara al mundo descubren que los hábitos de pensar en blanco y negro y a color tiene sus héroes citadinos, que a vuelo de pájaro se han predispuesto a instalarles el chip de no pensar.
Poder de pensamiento y elucubración vista como arma letal, Poder Desvencijado, que pasará la factura antes de lo pensado, Poder Desvencijado………………………………